Seis países de Europa dependen al 100% del gas procedente de Rusia

8 de abril de 2014 | TEINTERESAESEnergía

La anexión de Crimea a Rusia ha sido un duro golpe para Ucrania, que ha perdido un enclave geoestratégico importante. Sin embargo, desde el momento en que Moscú ha decidido ponérselo más difícil al nuevo Gobierno ucraniano las consecuencias se han extendido a un plano económico que afecta a toda Europa.

Basándose en las deudas que ha contraído Ucrania con el gigante gasista Gazprom, la compañía que exporta gas ruso a casi toda Europa a través del suelo ucraniano le ha dejado de aplicar a Kiev los descuentos que hasta ahora habían imperado en sus facturas, que pasan a ser un 80% más altas que hasta ahora. En este contexto, el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, ha denunciado esta medida de Rusia asegurando que, al no poder aprovecharse de Ucrania “por la fuerza” ha tenido que recurrir a una “agresión económica”, atacando a los suministros de gas.

¿Pero qué puede suponer esta medida para el resto del continente? Europa sólo cuenta con un 3,1% del gas que se extrae de los más de 181.900 millones de metros cúbicos de yacimientos que existen en el mundo, según los datos de Enagas. Sin embargo, su consumo seis veces superior, alcanzando el 18,1%. Y en medio de esa necesidad de satisfacer las demandas energéticas es donde se encuentra Gazprom: el principal suministro de gas del continente.

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Seis países europeos tienen dependencia total del gas que procede de Rusia: Bulgaria, Estonia. Finlandia, Letonia, Lituania y Suecia. Pero no sólo eso, sino que desde República Checa, cuyo consumo depende en más de un 80% del gas ruso, hasta Países Bajos, con una dependencia del 5,8%, casi todos los países de Europa tienen una necesidad energética con Rusia.

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Sólo Chipre, Dinamarca, Irlanda, Malta, Portugal, España y Reino Unido no dependen en absoluto de la entrada de gas desde el territorio ruso. A pesar de estos países aislados que se libran de la unión necesaria con las compañías gasistas rusas, el 30% del total de las importaciones a Europa vienen de Moscú. Si Rusia cortara el suministro a Ucrania, en principio, no debería tener repercusiones directas en los países europeos si Ucrania sigue siendo zona de paso del gas.

No obstante, el director del programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano, Gonzalo Escribano, sostiene que tanto Ucrania como el resto de Europa deben dejar de depender directamente energéticamente de Rusia. «A corto plazo no hay una solución, pero ellargo plazo empieza mañana«. Para Escribano la única opción de salir «del monopolio del Kremlin» es precisamente, evitar caer en otro monopolio, y diversificar el suministro de gas de diferentes zonas. Sin embargo, para esto, es necesaria una gran inversión económica.

Riesgo de desabastecimiento en Ucrania

La nueva crisis entre Rusia y Ucrania generada tras la anexión de Crimea a territorio ruso podría revivir el cierre de grifo que vivió Europa ya en dos ocasiones, en 2006 y en 2009, cuando Gazprom cortó el suministro energético, afectando a gran parte de los países del este.

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Aunque a corto plazo las consecuencias no son graves para Ucrania, la economía de Kiev tendría que enfrentarse al alto coste que supondría pagar la reciente subida de precios y hacer los abonos correspondientes de los impagos. Si Kiev decidiera no hacer frente a alguna de estas dos exigencias, Rusia podría cortar el suministro de gas.

En este contexto, aunque el invierno de 2014 ha sido un invierno suave y las reservas podrían mantenerse durante un período corto de tiempo, la única posibilidad de que Ucrania no corriera el riesgo de debastecimiento sería que la Unión Europea le abasteciese, según explica Escribano.

No obstante, Ucrania se enfrenta a dos problemas. Por un lado, «Ucrania no puede recibir gas natural licuado porque ni tiene instalaciones para ello ni los barcos, encargados del transporte del material, pueden circular por el Bósforo». Y por el otro, los gasoductos instalados en suelo ucraniano no son de doble dirección, por lo que el gas no podría circular de oeste a este más en un caso puntual: un gasoducto que pasa por Hungría y Eslovaquia. «Por este sólo podría circular el 10% de los suministros», pero este gas proviene principalmente de Rusia y podría acabar en una disputa comercial.

«Ninguna de estas soluciones bastaría para acabar con este problema«, sostiene Escribano. Para el expero en Energía, la solución es la misma que para el resto de Europa: invertir en el corto plazo para poder dejar de depender de Rusia en el largo plazo.

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