22 de abril de 2014 | TEINTERESA●ES |
Aunque no se ha concretado la fecha en la que la península de Crimea abandonará la que había sido su moneda oficial hasta su declaración de independencia, la situación económica del país ya está viviendo algunos de los problemas derivados de la anexión a Rusia.
La transición de la grivna ucraniana al rublo ruso, en un principio, se propuso que durara un año. Hasta enero de 2016 tendrían para adaptarse a la nueva moneda no sólo los crimeos, sino también las instituciones y, principalmente, las entidades bancarias.
Poco después, el pasado mes de marzo, el viceprimer ministro, Rustam Temirgaliyev, se retractaba y adelantaba esta fecha límite para hacer uso de la moneda ucraniana hasta el mes de abril porque “desgraciadamente”, la “circulación paralela no funcionará”.
Ahora, el rublo ha ido paulatinamente desplazando a la grivna aunque Temigaliyev todavía no ha concretado la fecha límite. Lo que sí admite es que cuando se anuncie esta fecha, “el cambio de la grivna al rublo será muy fácil” y que cuando las tiendas dejen de aceptar la moneda ucraniana, “se informará a todas las entidades físicas y jurídicas y a todos los ciudadanos de Crimea” con un mes de antelación. Para entonces, todos los ciudadanos podrán cambiar de forma gratuita su dinero ucraniano por dinero ruso, eso sí, según el tipo de cambio del Banco Central de Rusia.
Pero mientras Vladimir Putin y Sergei Aksionov preparan al país para la total inclusión de la moneda rusa en Crimea, son los ciudadanos los que empiezan a ver los problemas derivados de esta transición. No sólo la península se ha visto envuelta en un caos por el cierre de instituciones u oficinas o por los problemas identitarios que suponen pasar de ser ucraniano a ser ruso, sino que también sufren a la hora de hacer actividades tan ordinarias como ir a trabajar o cobrar el sueldo o, un poco más especiales, como comprar una casa.
No obstante, Temirgaliyev sostiene que ya se han abierto 143 oficinas bancarias, que nueve entidades ucranianas han dejado de operar en Crimea y que, a finales de esta semana, se abrirán otras 175 oficinas.
¿Cómo se cobra sin bancos que funcionen?
Edward A. Fyodorov tiene 37 años y empezó siendo vendedor de helados a los nueve años. Desde entonces, su empresa ha sido la encargada de importar alimentos congelados de Ucrania, desde bollos hasta ensaladas para McDonald’s, pasando por muchos de los productos que iban destinados a la cadena de supermercados alemana Metro.
Las dos compañías han dejado de operar en Crimea y ahora su negocio ha caído en torno a un 90%: de trasladar entre cinco y siete cambios diarios ha pasado a sólo poder realizar un envío semanal. La única opción que le queda es buscar proveedores rusos, pero sus productos son un 70% más caros y las vías de transporte más complicada. “Incluso aunque encontrara trabajo, la cantidad de bancos que hay cerrados imposibilitan los pagos”, ha explicado a ‘The New York Times’.
Putin anunció el pasado jueves que espera que los bancos funcionen con normalidad en un plazo de un mes. Pero mientras, los problemas continúan en Crimea. Aunque se mantengan de forma paralela las dos monedas, los precios no dejan de oscilar y los tipos de cambio fluctúan continuamente, por lo que se obliga a recurrir a calculadoras con transacciones tan sencillas como pagar un taxi.
Terrenos que duplican su precio en tres semanas
Maxim e Irina Nefeld son una joven pareja moscovita que siempre había soñado con vivir cerca del mar. Decidieron irse a Crimea, donde comenzaron a buscar un terreno para pasar juntos el resto de sus vidas. Encontraron uno, rodeado de pinos y con vistas al mar, el mismo día que Putin anunciaba la anexión de Crimea a Rusia. Entonces, el precio era de cerca de 43.000 euros.
Firmaron la compra, pero no pudieron completarla porque no había ningún banco que pudiera reaizar la transferencia del dinero. Un día después, el propietario del terreno pidió más de 50.000 euros. Los tipos de cambio iban variando, pero Nefeld aceptó y voló a Moscú para movilizar el dinero en efectivo. Cuando volvió, el 10 de abril, sólo 23 días después de que Crimea pasara a ser rusa, el propietario exigió casi 72.500, casi el doble del precio inicial.